La toma de antibióticos para combatir los resfriados y la gripe no le beneficiará: sencillamente, los antibióticos no son eficaces en las infecciones víricas [9-12]. Además, los antibióticos pueden provocar desagradables reacciones adversas como diarrea, náuseas o erupción cutánea [9, 10, 13-15].
Tomar antibióticos para combatir infecciones bacterianas leves, como rinosinusitis, dolor de garganta, bronquitis o dolor de oídos es, a menudo, innecesario [15-19] ya que en la mayoría de los casos nuestro sistema inmunitario es capaz de vencer tales infecciones.
La mayor parte de los síntomas pueden aliviarse con otros medicamentos que pueden adquirirse sin receta. Tomar antibióticos no reducirá la intensidad de sus síntomas ni le ayudará a encontrarse mejor antes [10, 12, 15, 17].
Si los síntomas persisten o ante cualquier duda, es importante que consulte a su médico. Si realmente tiene una infección grave, como una neumonía bacteriana, el médico le recetará antibióticos. Solicite ayuda en caso de que:
- sea una persona mayor de 65 años;
- padezca asma o diabetes;
- sufra alguna enfermedad pulmonar (p. ej., bronquitis crónica, enfisema, enfermedad pulmonar obstructiva crónica);
- tenga problemas cardíacos (p. ej., infarto de miocardio previo, angina de pecho, insuficiencia cardíaca crónica);
- tenga algún problema médico que le cause inmunosupresión, o
- esté tomando medicamentos que supriman el sistema inmunitario (p. ej., esteroides, quimioterapia para el cáncer o ciertos fármacos utilizados para suprimir las funciones de la glándula tiroides).