El periodo de incubación (intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas) de la viruela símica suele ser de 6 a 16 días, aunque puede variar entre 5 y 21 días.
La infección puede dividirse en dos periodos:
- El periodo de invasión (entre los días 0 y 5), caracterizado por fiebre, dolor de cabeza, linfadenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos), dolor lumbar, dolores musculares y astenia intensa (falta de energía).
- El periodo de erupción cutánea (entre 1 y 3 días después del inicio de la fiebre), cuando aparecen las distintas fases del exantema, que por lo general afecta primero al rostro y luego se extiende al resto del cuerpo. Las zonas más afectadas son el rostro (en el 95% de los casos), las palmas de las manos y las plantas de los pies (en el 75% de los casos). La evolución del exantema desde maculopápulas (lesiones de base plana) a vesículas (ampollas llenas de líquido), pústulas y las subsiguientes costras se produce en unos 10 días. La eliminación completa de las costras puede tardar hasta tres semanas.
El número de lesiones varía desde unas pocas hasta varios miles, y afectan a las mucosas de la boca (70% de los casos), los genitales (30%), la conjuntiva palpebral (20%) y la córnea.
Algunos pacientes presentan linfadenopatía (inflamación de los ganglios linfáticos) grave antes de la aparición del exantema. Ese signo característico de la viruela símica permite diferenciarla de otras enfermedades similares.
La viruela símica suele ser una enfermedad autolimitada con síntomas que duran de 14 a 21 días. Los casos graves se producen con mayor frecuencia entre los niños y su evolución depende del grado de exposición al virus, el estado de salud del paciente y la gravedad de las complicaciones.
La tasa de letalidad ha variado mucho en las distintas epidemias, pero, en general, ha sido inferior al 10%.
Al realizar el diagnóstico clínico se deberán tener en cuenta los elementos que la diferencian de otras enfermedades exantemáticas, como la viruela, la varicela, el sarampión, las infecciones bacterianas de la piel, la sarna, la sífilis y las alergias medicamentosas. La linfadenopatía que aparece en la fase prodrómica de la enfermedad puede ser una manifestación clínica que ayude a diferenciar esta enfermedad de la viruela humana.
El diagnóstico definitivo de viruela del mono solo puede establecerse mediante pruebas de laboratorio.
A continuación, tiene a su disposición una hoja de información general sobre la Viruela del mono y qué hacer si se tienen síntomas compatibles. Además de una hoja informativa para contactos: