
Varicela
La varicela es una enfermedad vírica causada por la infección del virus de Varicela zóster (VVZ).
¿Qué es la varicela?
La varicela es una enfermedad infecciosa vírica muy contagiosa que se transmite a través de la saliva (al estornudar, toser o hablar) o a través de las lesiones en la piel producidas por la enfermedad.
Los síntomas más habituales son fiebre y un sarpullido que genera mucho picor; estos granitos después se convertirán en vesículas que se llenarán de líquido. Puede provocar además dolor de cabeza o cansancio.
Una vez resuelta la infección, el virus permanece en las fibras nerviosas del cuerpo, generalmente sin producir síntomas. A lo largo de la vida, ante diferentes circunstancias desencadenantes, este virus se puede volver a manifestar causando la enfermedad del herpes zóster.
Transmisión
La varicela se transmite por contacto directo con las lesiones de la piel o a través de las gotitas de saliva que se expulsan con la tos o los estornudos. Los enfermos son contagiosos aproximadamente desde 2 días antes de aparecer la erupción hasta que todas las lesiones de la piel se han convertido en costras (alrededor de una semana).
Durante la fase contagiosa es importante evitar el contacto del enfermo con aquellas personas que no han pasado la enfermedad ni han sido vacunadas, en especial con las de mayor riesgo, como son los adultos, adolescentes, embarazadas e inmunodeprimidos (personas con las defensas muy bajas). A medida que los enfermos mejoran, pueden ir recuperando su actividad normal, pero es preferible retrasar su regreso a la escuela hasta que todas las lesiones se hayan secado para evitar en lo posible nuevos contagios.
Síntomas
El signo más característico es una erupción en la piel en forma de pequeños granos que en poco tiempo se convierten en ampollas (vesículas llenas de líquido). Suele empezar por la cara, el tronco y el cuero cabelludo, extendiéndose después por todo el cuerpo. Tras un par de días las ampollas se van transformando en costras. Durante los primeros días aparecen varias oleadas de vesículas, por lo que pueden verse a la vez ampollas y costras. Las lesiones suelen producir mucho picor.
Es frecuente que haya fiebre desde uno o dos días antes de aparecer la erupción. Otros síntomas frecuentes son dolor de cabeza, malestar general, pérdida de apetito o vómitos.
La erupción aparece entre 10 y 21 días después de haber tenido contacto con alguien que tenía la enfermedad.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico se realiza a través de la historia clínica, el examen físico y la observación por parte del personal sanitario. El tratamiento consiste en controlar los síntomas de la enfermedad.
Para el picor, el personal sanitario puede recomendar la aplicación de lociones o fármacos antihistamínicos. Además es importante prevenir el rascado y exposición al sol de las lesiones.
Aunque la mayoría de las lesiones de la piel suelen curar sin problemas, en ocasiones el proceso de cicatrización puede dejar alguna marca. Para evitarlo es importante prevenir las lesiones por rascado y las infecciones de la piel, cortando las uñas y bañando al niño a diario con un jabón suave. También es conveniente evitar la exposición al sol hasta que las lesiones hayan desaparecido por completo, dado que el sol favorece la aparición de manchas oscuras durante el proceso de cicatrización.
Prevención
La vacunación frente a esta enfermedad es la medida preventiva más eficaz.
Según el calendario de vacunación para toda la vida, en la edad infantil se recomienda administrar dos dosis, a los 15 meses y 4 años de edad.
Las personas que no hayan recibido la vacuna a la edad indicada o no hayan pasado la enfermedad, también deberán ser vacunadas con dos dosis de vacuna separadas 4 semanas.
Esta vacuna está contraindicada en el embarazo o en determinadas situaciones de inmunosupresión. En estos casos será el personal sanitario quién indicará cuándo es recomendable administrar la vacuna.