Yacimiento El Rebollar en El Boalo
Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona Arqueológica
Ubicado al suroeste de la localidad de El Boalo, a los pies de la Sierra de Guadarrama, El Rebollar constituye uno de los escasos vestigios de época visigoda en la región madrileña, cuya permanencia como centro de culto en su lugar de origen desde el siglo VII hasta el siglo XVIII, se ha conservado en excelente estado hasta nuestros días.
La iglesia rural visigoda presenta una estratigrafía de ocupación de la nave inalterada y perfectamente registrada, que permite datar la fase original del edificio y las posteriores reformas y la necrópolis asociada está aportando datos de gran interés para el estudio poblacional de la antigüedad tardía en la zona. Asimismo, su importancia como lugar donde pervive el carácter religioso queda avalada por la documentación archivística.
Contexto histórico
La presencia visigoda en el territorio de la actual Comunidad de Madrid se hizo patente desde las primeras invasiones, debido a su condición como importante centro de comunicaciones en la antigüedad tardía. En los cursos bajos de los ríos Jarama, Henares, Manzanares, así como en las orillas del Tajo y el Tajuña, se fueron configurando núcleos de explotación agrícola y ganadera vinculados a la ruralización del territorio, mientras en las zonas de sierra se establecieron asentamientos vinculados a la explotación ganadera y al control de los pasos que comunicaban las dos mesetas.
Las investigaciones realizadas han permitido la identificación y estudio de importantes necrópolis de época visigoda, así como de numerosos núcleos de hábitat de esta cronología.
Tres edificios y una necrópolis visigoda
Hasta el momento, las cinco campañas de excavación arqueológicas realizadas (2018-2022)
han permitido localizar tres edificios, a los que se asocia un conjunto de tumbas que se reparten
por todo el cerrillo de El Rebollar. El primero de los edificios corresponde, sin duda, a un edificio religioso formado por una nave y presbiterio orientado al este, junto a materiales como un recipiente de vidrio singular, que indica un uso litúrgico del lugar.
Junto a estos restos, se hallaron un conjunto de monedas emirales, compuesto por cinco dírhams, y una sepultura en el ángulo suroeste del interior del edificio, en relación con el acceso meridional. El edificio presentaba cinco estancias y cinco fases constructivas, que se corresponden con la construcción del edificio a mediados del siglo VII, y sucesivas reformas hasta el primer tercio del siglo XVIII.
La clara relación entre las tumbas y la estructura del edificio, perfectamente orientadas y dispuestas en hileras con respecto a los muros perimetrales de la nave, llevan a plantear la datación de la iglesia rural en la segunda mitad del siglo VII d. C.
El segundo edificio se interpreta como una posible iglesia situada al sur de la anterior que se fecharía a partir del siglo XVII. Cuenta con tres naves separadas por tres pies derechos a cada lado que sujetarían la estructura de cubierta.
En frente de lo que parece ser el ábside, se localiza la tumba 13 que tipológicamente parece anterior, del período visigodo. La iglesia se halla muy arrasada, conservando apenas una hilada de muros y la cimentación. Bajo el suelo, se extiende la necrópolis, habiéndose documentado, además
de la tumba en la posición central, una nueva sepultura con cubierta de laja única labrada a dos aguas.
El tercer edificio con orientación norte-sur es de tipología diferente al edificio 2, aunque mantiene la fábrica de mampostería y presenta un alto grado de arrasamiento. La cronología de este nuevo edificio sería posterior a la fase de enterramientos que tiene debajo.
El georradar señaló la presencia de al menos 37 tumbas en la necrópolis de la parcela, de las que se han documentado ya 23 gracias a la intervención arqueológica. De diferentes tipologías, contienen
tanto enterramientos infantiles como de adultos, y su estudio ha permitido documentar diversos detalles de los rituales funerarios de época visigoda. Una parte de las tumbas documentadas se corresponden con un uso funerario de la nave de la iglesia tardoantigua, (el edificio 1).
Los estudios realizados han permitido la datación por Carbono 14 de diversos restos óseos, en un arco cronológico entre el 656 y el 768 d. de C. Cabe destacar los ajuares que acompañaban a los difuntos, como un conjunto de anillos de aro filiforme circulares, uno de ellos dotado de chatón decorado cuadrado, también típicos de época visigoda.
Un modelo de excavación: arqueología en comunidad
La Comunidad de Madrid, con un equipo multidisciplinar en el que han participado las Universidades Complutense y Autónoma, ha desarrollado sucesivas campañas de excavaciones arqueológicas en El Rebollar desde el año 2018. Además, este yacimiento tiene la particularidad de haber aplicado un modelo de arqueología social, haciendo partícipes de los trabajos a los habitantes de los núcleos de población del municipio (El Boalo, Cerceda y Mataelpino) con el decidido apoyo de su ayuntamiento.
La propuesta no compromete en modo alguno la naturaleza científica, ya que el equipo directivo y profesional de arqueólogos realiza una intensa labor didáctica y formativa con los participantes. La investigación se ha fusionado así con la sociedad, acercando a los vecinos a su patrimonio y su pasado.
Entre arqueólogos, conservadores, historiadores, estudiantes y voluntarios han llegado a trabajar en las excavaciones hasta 40 personas en una sola jornada.
Para saber más
Las excavaciones en El Rebollar forman parte del proyecto Redes de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid. Descubre más: