Trata de mujeres con fines de explotación sexual
La trata de seres humanos es un grave delito que atenta contra los derechos humanos, vulnera la dignidad de las personas, su libertad y su integridad física y emocional. Es la esclavitud del siglo XXI, una realidad en Europa y en nuestro país, que es uno de los principales destinos del tráfico de seres humanos. Y, aunque hablar de esclavitud pueda resultar insólito, es así, porque el fin de la trata es la explotación de las personas, cualquiera que sea su forma, ya sea sexual, laboral, mendicidad, tráfico de órganos, explotación para realizar actividades delictivas y/o matrimonios forzados.
¿Qué es Trata?
Según la definición del protocolo de Palermo, la trata de personas es
"La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.La explotación incluye como mínimo, la derivada de la prostitución y de otras formas de explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas similares, servidumbre y extracción de órganos"
Marco normativo y legal
Es a partir del año 2000 cuando diversos organismos internacionales establecen entre sus prioridades la lucha contra la trata de seres humanos, incorporando medidas para dotar de mayor eficacia a la lucha contra el delito y, sobre todo, para asegurar una mejor asistencia y protección a las víctimas.
Protagonistas de la trata
No es posible hablar de un solo tipo de mujeres que caen víctimas de las redes de trata. Pero sí se puede decir que los 4,5 millones de mujeres y niñas víctimas de la trata en el mundo tienen una característica común: pertenecen a las capas más desfavorecidas del planeta, es decir, forman parte de lo que se conoce como feminización de la pobreza.
Por otro lado, la trata de mujeres y niñas confines de explotación sexual es la máxima expresión de la violencia ejercida contra las mujeres.
Según datos de la ONU, en el 46% de los casos la víctima conocía a su captor. Sustraen a la víctima de su entorno más inmediato para ser tratada o movilizada.
El modo de captación puede ser oral, escrito o a través de internet, bien por un individuo bien por una organización criminal.
Son hombres y mujeres que delinquen individualmente o en redes. Pueden ser nacionales o extranjeros. Por lo general, son personas cercanas a las víctimas o a sus lugares de origen, conocen a su familia, sus problemas, necesidades afectivas y situación económica. Por ello, les resulta fácil persuadir y engañar. En muchas ocasiones, cuando son mujeres las tratantes, ellas mismas han sido, a su vez, víctimas de trata.
Son los encargados de llevar a la persona tratada de un lugar a otro, cualquiera que sea el medio o vehículo utilizado, por sí o por un tercero.
En muchas ocasiones, estos traslados se realizan de forma ilegal, burlando la legislación española sobre inmigración. Sin embargo, en otras ocasiones, los tratantes buscan el modo de que las víctimas entren en el país de destino con su situación regularizada, con un visado de trabajo o con uno de turista de duración determinada.
Como su propio nombre indica, son los responsables de la explotación de la víctima con un beneficio económico. Para ello, este actor se caracteriza por utilizar formas de coacción y de control, alcanzando algunas una crueldad extrema.
Además de la deuda, el explotador suele establecer un sistema de multas con el que va gravando la deuda que en ocasiones resulta imposible pagar.
Como estrategia para no seguir siendo explotadas y para pagar la deuda contraída, el colmo de la crueldad es que algunas víctimas ayudan a los tratantes a captar, en su lugar de origen, a otras que puedan ser explotadas dentro de la misma red.
El denominado «cliente», que debería ser conocido como demandante o usuario de prostitución, se convierte en un cómplice que facilita, fomenta y normaliza el círculo vicioso de la explotación.
Al normalizarlo el «cliente», lo normaliza la sociedad, se banaliza el problema, se da como buena la acción y, por tanto, ellos no existen, porque son los normales, recayendo toda la responsabilidad en la víctima que, ella sí, es victimizada y estigmatizada.
¿Necesitas Ayuda?
La trata de personas con fines de explotación es un delito, las víctimas pueden ser mujeres, hombres, niñas y niños de cualquier edad y nacionalidad.