La Cartuja de Talamanca de Jarama
Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento
La Cartuja de Talamanca de Jarama es una finca que consta de un conjunto de explotaciones agropecuarias del siglo XVI y posteriores y conserva gran parte de la memoria arquitectónica y cultural de la instalación de los frailes cartujos dependientes del Monasterio de El Paular.
Su importancia radica en haber conservado materiales, sistemas y técnicas constructivas, utilizadas entre los siglos XVI al XVIII, así como en reflejar la organización económica de las cartujas, eminentemente agraria, basada en el cultivo de los campos y en la ganadería y, por tanto, destinada al almacenamiento de grano, vino, aceite, vinagre y diferentes cabezas de ganado.
La bodega, el edificio principal con su claustro, la capilla y la zona de establos, lagar y edificaciones anexas configuran un conjunto único en la Comunidad de Madrid donde aún se mantienen las características de lo que eran este tipo de filiales agrícolas de los Monasterios de la Orden Cartuja. Este espacio rememora la capacidad del complejo para proveer al Monasterio del Paular, vender los productos para una economía saneada, así como emplear a los trabajadores que tenían para el cuidado de sus posesiones. También mantiene las zonas donde se encontraban las habitaciones para los religiosos, graneros, bodegas, cocinas, cuevas, caballerizas, corrales y establos para alojar los rebaños trashumantes propiedad de la Orden que se trasladaban por la meseta castellana.
Es por todo ello un inmueble de enorme interés, al que se añade su valor paisajístico dentro del Conjunto Histórico de Talamanca.
Origen y evolución histórica
Las primeras noticias sobre Talamanca pertenecen al período musulmán, fundada por el emir Muhammad I antes del año 860 como emplazamiento clave a nivel urbano y militar, destinada al control y defensa del Puerto de Somosierra debido a su estratégico enclave. Tras la conquista de Toledo en 1085, pasó a incorporarse a los territorios cristianos
Durante el siglo XIII atraviesa un período de prosperidad económica, convertida en un importante enclave comercial, aunque iría perdiendo importancia durante la Edad Media, manteniendo un progresivo despoblamiento en el siglo XVI.
Esto no afectó a la creación del nuevo conjunto agropecuario realizado por los monjes de La Cartuja de El Paular, motivado especialmente por las condiciones fértiles de los terrenos de la vega del Jarama. Las obras de dicho conjunto se debieron iniciar en el siglo XVI, con lo que en siglo XVII ya estaban finalizadas.
La Orden de los Cartujos, fundada en 1084 por San Bruno, se caracterizaba por la austeridad, la sencillez y la moderación. Gracias a una intensa actividad económica, los cartujos comenzaron a tener cada vez más presencia en el valle del Lozoya, adquiriendo numerosas tierras y propiedades donde establecieron granjas.
Este fue el caso de Talamanca de Jarama, donde los monjes comenzaron a comprar propiedades tales como el Molino de la Corredera, huertas, casas con corral y bodegas. Algunas de estas propiedades fueron las que pudieron dar origen a La Cartuja de Talamanca, al formarse por un pequeño grupo de casas, muy posiblemente situadas en el sector meridional de la actual calle del Viento, donde según algunos estudiosos, esta agrupación de edificios sería el germen sobre el que se construiría años después el conjunto agropecuario de La Cartuja.
No hay constancia documental de cómo se fue conformando esta propiedad, así como de la fecha de construcción de su primer recinto, aunque existe constancia de que La Cartuja estaba levantada en su emplazamiento actual antes del siglo XVII.
En el inventario histórico fechado el 1 de junio de 1655, se mencionan algunas de las estancias existentes como la capilla, el granero, el aceitero o la bodega, así como el equipamiento de la capilla con cuadros y ornamentos litúrgicos.
En los años finales del siglo se inició un ambicioso programa de obras ordenadas por el vicario fray Juan de Aguilar, que concluyeron en los primeros años del siglo XVIII. El edificio central del conjunto terminó de construirse en el año 1703, como reza la inscripción colocada sobre el arco de entrada a la gran bodega subterránea.
La Cartuja
La Cartuja se sitúa intramuros del recinto amurallado de Talamanca. Dispone actualmente de dos accesos, uno en la Calle del Viento, que es su entrada histórica y principal y otro acceso al recinto situado en la Calle San Miguel que probablemente no existía en origen.
El inmueble está comprendido por diversas edificaciones, todas ellas en un deficiente estado de conservación: desde restos defensivos de probable datación en torno al siglo IX, cuando era un enclave militar musulmán, pasando por defensas medievales, y la propia instalación de los frailes cartujos dependientes del Monasterio de El Paular a partir del siglo XVII y XVIII.
Aunque era mucho mayor en origen, el complejo hoy día conserva cuatro edificios en pie y restos de otras construcciones que han perdido completamente sus cubiertas y de las que solo quedan restos de sus muros perimetrales. Los cuatro edificios que aún se conservan son:
- El edificio principal, situado en el extremo suroeste.
- Edificio central, de planta cuadrangular y cubierta a cuatro aguas, que alberga en su planta sótano la bodega.
- La capilla.
- El edificio de establos.
A estos se añaden 5 edificios más en la zona noreste y norte, construcciones auxiliares con estructuras que sólo mantienen parte de su perímetro en alturas de muros variables y sin ningún tipo de cobertura.
Las características constructivas, en líneas generales, corresponden con edificios en fábrica de ladrillo, con estructuras de madera y cubiertas de teja. La Cartuja organiza dos grandes espacios, bodega y almacenes, en torno a un patio en forma de L con dos plantas y semisótano. La mitad este se encuentra libre de edificaciones, con lo que probablemente sería una huerta, a nivel prácticamente horizontal. La portada principal de acceso se construyó entre 1779 y 1781.
Las prospecciones con georradar indican la existencia de restos arqueológicos en el subsuelo de toda la parcela: estructuras aisladas tipo depósitos o almacenes, así como dos orientaciones diferentes de los edificios.
El edificio principal se desarrolla en forma de L en torno a un claustro porticado que da acceso a las distintas dependencias: cocina, habitaciones de los cartujos y capilla.
La capilla cuenta con pinturas murales en techo y paredes que representan la Inmaculada Concepción, la Santísima Trinidad, Pentecostés y el Cordero Místico. En los laterales aparece un zócalo simulado en mármol sobre el que se representan a San Hugo, San Telmo y la Magdalena, el emblema de la Casa de Borbón y el escudo Cartujo. Sobre el altar se sitúa un cuadro de la Inmaculada Concepción.
En el denominado edificio de establos, probablemente el más antiguo del conjunto, se observan diferencias con el sistema constructivo general de la mayor parte de La Cartuja, usando un sistema más humilde, de mampostería y sin apenas presencia del ladrillo como material.
A continuación del establo, y aunque solo se conservan restos de su fachada, se identifican la prensa de aceite y otros espacios, parcialmente desaparecidos en la actualidad, destinados al almacenamiento o producción, como el lagar de aceite que utilizaba una gran piedra para la molienda.