La Comunidad de Madrid rinde homenaje al artista Juan Muñoz con una exposición que conmemora el 70 aniversario de su nacimiento
La Comunidad de Madrid rinde homenaje al artista Juan Muñoz con una exposición que conmemora el 70 aniversario de su nacimiento. Se podrá visitar gratuitamente en la Sala Alcalá 31, hasta el 11 de junio, bajo el nombre de Todo lo que veo me sobrevivirá, y tendrá continuidad en el Museo CA2M en junio con una galería dedicada a su producción durante los años 80. Reúne algunas de sus piezas más icónicas de la década de los 90, entre las que destaca Plaza, una instalación que no se ha visto en España desde 1996.
La consejera de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, ha asistido hoy a la inauguración de la misma y ha manifestado que “el próximo mes de junio se cumplirán 70 años del nacimiento de uno de los artistas europeos más importantes del siglo XX, Juan Muñoz, motivo por el que la Sala Alcalá 31 y el Museo Centro de Arte Dos de Mayo le dedican una doble exposición que recoge dos décadas de su intensa trayectoria”.
La carrera de Muñoz se truncó con una prematura muerte en el momento de su máximo apogeo, después de inaugurar su gran instalación en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres. Precisamente por ello, la exhibición de la Sala Alcalá 31, comisariada por Manuel Segade, toma su nombre de una cita de la poeta rusa Anna Ajmátova, que Muñoz recogió en una de las notas de sus cuadernos de preparación para la muestra en el museo londinense.
La exposición de la Sala Alcalá 31 está concebida como una instalación de instalaciones y destaca por contar con obras como la citada Plaza, pieza procedente del Kunstsammlung K21 Dusseldorf que no se ha visto en España desde que el Museo Reina Sofía le dedicó un certamen en el Palacio de Velázquez el año 1996. Compuesta por 27 figuras humanas de rasgos orientales en actitud hilarante, a ella se unen otros trabajos como Dos centinelas sobre el suelo óptico (1990), cuyo parqué perspectivo recibe a los espectadores en la entrada de la muestra o Barco con motor III (1990), en la que el autor reflexiona sobre la fatalidad del destino.
Colgado entre dos siglos, su trabajo se alza como el puesto de avanzada del giro especulativo que caracteriza al arte en el presente inmediato. Durante los años 90, Juan Muñoz abraza la figuración, algo que no era común en la escultura del momento, y lo hace creando obras de alta tensión emocional. Una característica que le sitúa en la avanzadilla de su tiempo, puesto que fundó las bases de la ficción contemporánea como generador de la transformación de la realidad.
La última década de su producción, a la que está dedicada esta exposición, estuvo marcada por el dominio del espacio en una concepción neobarroca y por la recuperación de la figura humana como elemento central. Su vocación existencialista, su cualidad emocional y su reivindicación del truco determinaron la ficción como una característica básica del arte contemporáneo, avanzando el giro especulativo que será paradigmático del arte en el siglo XXI.
La muestra cuenta con préstamos procedentes de varias colecciones tanto nacionales como internacionales, de museos e instituciones como el Stedelijk van Abbe Museum de Eindhoven, el S.M.A.K. de Gante o la Fundación Botín. Además, para la ocasión la sala recupera el gran ventanal de la arquitectura original de Antonio Palacios, un cruce de capas entre pasado y presente en la que el edificio será una parte central de la exposición.
Sobre el artista Juan Muñoz
Juan Muñoz (Madrid, 1953 – Ibiza, 2001) pasó un año estudiando arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid antes de viajar a Londres en 1970, donde se formó en la Escuela Central de Arte y Diseño de Londres y en el Croydon College of Design and Technology, entre otros. Al mudarse a Nueva York en 1981, recibió una beca Fulbright y comenzó su trabajo en escultura, fuertemente influido por artistas como Philip Guston, Robert Morris, Barnett Newman y Robert Smithson. Desarrolló una amistad con la comisaria española Carmen Giménez, quien le presentó al influyente escultor Richard Serra, regresando a España al año siguiente, donde dedicó un año al comisariado.
El trabajo de Muñoz ha sido objeto de numerosas muestras individuales en los Estados Unidos y Europa. En el año 2000 la Tate Modern de Londres le encargó que fuera el segundo artista, tras Louise Bourgeois, en hacerse cargo de su Sala de Turbinas. Allí pasó meses desarrollando una gran instalación, que se abrió al público en 2001, año de su fallecimiento.
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