Restauración del retablo mayor de la iglesia del convento de Trinitarias Descalzas de San Ildefonso
El retablo mayor de San Ildefonso forma parte de un importante conjunto de retablos barrocos que se conservan en la iglesia del convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, siendo este el único que no había sido restaurado
Retablo mayor de la iglesia del convento de Trinitarias Descalzas de San Ildefonso
Esta gran obra barroca de madera fue asentada en 1739, aunque no fue dorada y policromada hasta 1767. En su calle central se representa la Imposición de la casulla a San Ildefonso. En las calles laterales encontramos las esculturas de bulto redondo atribuidas a Manuel Correa de San Juan de Mata y San Félix de Valois y en el ático un relieve de la Santísima Trinidad flanqueada por dos grandes ángeles. Coincidiendo con el IV aniversario de la muerte de Cervantes, cuyos restos reposan en esta iglesia, se realizó una limpieza y consolidación del retablo.
El retablo mayor de la iglesia del convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso es una pieza de gran tamaño. La parte inferior se compone de un banco con cuatro repisas, sobre el que reposa un cuerpo estructurado en tres calles separadas por columnas gigantes de orden compuesto con elementos adheridos, todo ello rematado por un gran ático de forma semicircular. En la calle central se abre una hornacina de medio punto en el que se encuentra el relieve que representa el tema central, la Imposición de la casulla a San Ildefonso.
Bajo este se localiza un tabernáculo a modo de templete. Como en gran parte de los retablos de la primera mitad del siglo XVIII, no existe un programa iconográfico unitario, siendo los elementos figurativos independientes.
En las calles laterales encontramos sobre sendas ménsulas dos esculturas de bulto redondo atribuidas a Manuel Correa que representan a santos trinitarios, San Juan de Mata, fundador de la orden y San Félix de Valois. Ambas esculturas, que estarían realizadas hacia 1659, proceden del antiguo convento de Mercenarios Descalzos de Madrid.
Rematando el conjunto, en el ático se halla un relieve de la Santísima Trinidad, coronado con una gran tarja y flanqueado por dos grandes ángeles exentos arrodillados sobre el frontón partido. Como gran parte de las obras de este tipo, en su origen el conjunto carecía por completo de pintura.
La decoración se apoya en el uso de elementos de relieve como cabezas de querubines, elementos vegetales y rocalla que dan vida a una arquitectura bien subrayada que se adapta al espacio del testero del templo. Los elementos destacan por su equilibrio y proporción, al tiempo que los diferentes planos contribuyen a crear dinamismo mediante la gradación de luces y sombras, creando una obra que sigue la línea de los retablos del maestro toledano Tomé.
El retablo es obra del ensamblador Manuel Mesa. El maestro toledano, padre de una de las religiosas, donó la obra hacia 1739. Al tratarse de una obra de gran envergadura, el encargado de asentarlo fue Francisco Ruiz, maestro de obras del convento que se estaba construyendo en ese momento. En 1767 el maestro dorador Manuel Zamorano, tío de otra de las religiosas, dotó a la obra de brillo y color.
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Restauración
Aunque la obra no se encontraba en muy mal estado de conservación presentaba suciedad, pequeños agrietamientos, faltas y repintes. El uso de velas como medio de iluminación en el pasado había provocado pequeños depósitos de cera e incluso algunas quemaduras en la policromía. Por otra parte, los movimientos de contracción y dilatación de la madera habían causado una falta de consistencia de la preparación, generando pérdidas parciales de la capa de policromía, apreciándose además lagunas de volumen y fragmentación. Se trataba del único retablo de la iglesia que no había sido intervenido. Coincidiendo con el IV centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, en previsión de un considerable aumento del número de visitantes que acudiría al lugar de enterramiento del escritor se consideró necesaria la restauración de esta pieza para lograr la recuperación integral del templo.
La intervención consistió en primer lugar en una consolidación de la capa pictórica para evitar mayores pérdidas de policromía y una consolidación de la estructura en los puntos dañados, realizando una fijación mediante espigas de fibra de vidrio y adhesivos. Una vez asentado el retablo se limpió la superficie de suciedad no adherida con brochas y aspiración, y de la suciedad adherida con medios químicos. Posteriormente, se eliminaron los barnices oxidados, repintes y goterones de cera de las velas. Una vez finalizada la limpieza se aplicaron capas de protección. Para terminar se llevó a cabo un reintegración cromática en las zonas de mayor pérdida que dificultaban la visión de conjunto empleando acuarela tras una nivelación de la capa de preparación.
La restauración de la obra ha permitido que el retablo recuperase su apariencia original. Además, gracias a estos trabajos se ha descubierto una firma en el remate del retablo “Pedro Bozal / año de 1768”, perteneciente a algún maestro que intervino en el retablo, probablemente dorador o pintor.