Iglesia parroquial de Santa María la Antigua en Vicálvaro
Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento
La iglesia de Santa María la Antigua constituye un destacado ejemplo de la arquitectura madrileña de finales del siglo XVI y principios del XVII. Fue levantada en ladrillo con cadenas de mampostería por Diego Sillero y Francisco Tofiño, siguiendo las trazas del Maestro Mayor de Obras Reales, Francisco de Mora.
Contexto histórico-artístico
La iglesia de Santa María la Antigua se sitúa en Vicálvaro, población que ya se menciona en las Relaciones Topográficas de Felipe II (1576), en las que aparece como una aldea dependiente de la jurisdicción de Madrid y del Arzobispado de Toledo.
El primer documento escrito en el que se menciona la existencia de una iglesia data de 1427. A finales del siglo XVI, el edificio existente en ese momento sufriría importantes remodelaciones debido a una Provisión Real emitida por el rey Felipe II, el 19 de septiembre de 1590, en la que se informa sobre la petición al cabildo de Toledo por parte del párroco, licenciado Barrionuevo, de la necesidad de ampliar la iglesia para acoger a un mayor número de fieles. Para acometer las obras de ampliación, se nombraron a Diego Sillero y Francisco Tofiño, como maestros de albañilería y carpintería, que seguirían los trazados de Francisco de Mora, Maestro Mayor de Obras Reales y de la villa de Madrid. Juan de Nates y Juan de Buega fueron nombrados maestros de cantería.
Las obras de construcción se retrasaron más de lo previsto, según muestra la documentación conservada entre 1602 y 1611, sucediéndose varios pleitos entre la iglesia, el concejo y los vecinos de Vicálvaro contra Gaspar Ordóñez, nuevo maestro de obras, cuando el plazo de entrega había concluido en 1605, sin verse la obra finalizada. En 1621 finalizaron las obras aunque el muro o cerca que rodea las fachadas oeste y sur de la iglesia, sería realizado posteriormente a finales del siglo XIX. De esta época data también la construcción de una capilla bajo la advocación de San Juan Bautista, mandada erigir por la condesa de la Vega del Pozo, doña María Diega Desmaisieres y Sevillano, y reconstruida en 1957 por don Fausto Dones y su esposa bajo la advocación de la Virgen del Pilar.
En la historia de Vicálvaro destaca especialmente el establecimiento en 1751 de la Real Fábrica de Tejidos de San Fernando trasladada posteriormente a Buitrago y Guadalajara, edificio que albergaría el Cuartel de Artillería, testigo de los acontecimientos históricos de la Revolución de 1854: el levantamiento del general O’Donnell conocido como La “Vicalvarada”. Aunque la anexión a Madrid como distrito se produjo en 1951; aún hoy se pueden distinguir el antiguo casco urbano, delimitado entre las calles San Cipriano, el Centeno y la fábrica de cementos Valderribas y la línea del ferrocarril, tal y como aparece en el plano de Facundo Cañada de 1900.
Valores patrimoniales
La iglesia de Santa María la Antigua constituye un destacado ejemplo de la arquitectura madrileña de mediados del siglo XVI y principios del XVII. Realizada en ladrillo con cadenas de mampostería, presenta una cabecera poligonal con contrafuertes, que probablemente se cubriría con una bóveda de crucería estrellada, siguiendo el modelo de construcción para las iglesias parroquiales en el segundo tercio del siglo XVI, donde todavía se construyen potentes cabeceras que responden a un gótico tardío como las iglesias de Vallecas, Leganés, Villaverde o Alcorcón.
Las obras se interrumpieron, posiblemente por motivos económicos, continuando tiempo después según las trazas de Francisco de Mora, Maestro Mayor de Obras Reales y de las Obras de la Villa de Madrid, dentro de la corriente del manierismo clasicista. La construcción se llevó a cabo por el alarife madrileño Diego Sillero, Aparejador de las Obras Reales, siguiendo un modelo arquitectónico de estructuras sencillas, austeras, con líneas rectas y perfiles planos, sin concesión a lo ornamental, cuyo origen se encuentra en la arquitectura renacentista y que pervive desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Reúne valores arquitectónicos de gran nivel técnico, tanto en su cabecera como en el cuerpo de naves y elementos añadidos, reflejo de la evolución y cambios estéticos que se van produciendo en la arquitectura religiosa del período.
La actual iglesia, fechable entre 1593 y 1621, presenta una planta de tres naves, más ancha la central, cubiertas con bóvedas de cañón con lunetos, cabecera poligonal de tres lados precedida por un tramo recto y coro a los pies entre la torre y la capilla bautismal. A esta estructura se añade una sacristía del siglo XVIII adosada a la cabecera en su muro sur; una capilla del siglo XIX, dedicada a la Virgen del Pilar, adosada a la fachada norte; y una cerca de finales del siglo XIX, que cierra la construcción por sus lados sur y oeste.
En las fachadas sur y oeste se hallan portadas construidas en piedra berroqueña, de arco de medio punto. La puerta de madera, donde se conserva grabada la fecha 1640, se forró exteriormente con chapas de hierro en el siglo XIX. Conserva los herrajes de hierro originales fechados en 1682.
Interiormente la iglesia está dividida en tres naves, separadas por arquerías de medio punto. La sacristía de planta rectangular y construida en mampostería y ladrillo, podría fecharse entre el siglo XVII o XVIII y se sitúa junto a la cabecera en su lado sur. Por su parte, adosada al muro norte, se encuentra la actual capilla del Pilar, reconstruida en 1957 totalmente en ladrillo, y enfoscada interiormente. La iglesia contaba con un órgano construido en 1760 por el maestro José Loytegui, y un retablo barroco del escultor Juan Porres, que fueron destruidos durante la Guerra Civil. El retablo neobarroco actual fue realizado por los talleres Horche, instalándose entre 1997 y 1998.
El estilo arquitectónico de la iglesia nos remite a la atribución de las trazas y plantas a Francisco de Mora (1552-1610), Maestro Mayor de Obras Reales y Maestro Mayor de las Obras de la Villa de Madrid, seguidor de Juan de Herrera y del manierismo clasicista; en opinión de la Dra. P. Corella. La arquitectura madrileña en las primeras décadas del siglo XVII está estrechamente relacionada con la obra de este maestro y sus seguidores fray Alberto de la Madre de Dios o Juan Gómez de Mora, estableciendo un modelo arquitectónico de estructuras sencillas y sobrias Una arquitectura en la que predominan de volúmenes cúbicos de líneas rectas, espacios austeros, de perfiles planos no muy resaltados, sin concesión a lo ornamental, utilizando los propios elementos arquitectónicos como fundamento decorativo.