
Plaza de toros de Las Ventas
Inaugurada el 17 de junio de 1931, de estilo mudéjar y ruedo de arena, con capacidad para 24.000 espectadores, está considerada desde 1994 como “bien de interés cultural con categoría de monumento histórico-artístico” . En este espacio único, se celebran corridas de toros, de rejones y novilladas desde el mes de marzo a octubre, además de conciertos y otras actividades lúdicas.
Antecedentes históricos
Orígenes
Antes de la plaza de Las Ventas, hubo en Madrid otras plazas de toros. La primera era de madera y de forma circular y fue montada en 1737 junto a la embocadura del río Manzanares, en el paraje llamado Casa Puerta, debida al gran arquitecto del barroco madrileño Pedro de Ribera.
La siguiente se construyó en 1749 y fue la primera plaza de toros permanente y también la primera en la que se utilizó además de madera, ladrillo. Se instaló en unos terrenos próximos a la Puerta de Alcalá, entre las actuales calles de Serrano y Lagasca, donde hoy se encuentra la iglesia de San Manuel y San Benito. Fue por deseo del Rey Fernando VI, y sus arquitectos fueron Juan Bautista Sachetti, Ventura Rodríguez y Fernando Moradillo.
Pero en 1860, la ciudad de Madrid inicia las obras de su ensanche debido al aumento considerable de la población, y fue el ingeniero y arquitecto Carlos María de Castro quien, en el nuevo trazado de la ciudad, proponía el traslado a otro lugar de la plaza de toros, concretamente detrás del Parque del Retiro. En 1872 se iniciaron los trabajos para la construcción de la nueva plaza que quedaría ubicada a la derecha de la calle Alcalá –llamada entonces Camino de Aragón- donde hoy se encuentra el Palacio de los Deportes. La plaza tenía una capacidad para 12.000 espectadores y fue construida por los arquitectos Emilio Rodríguez Ayuso y Lorenzo Álvarez, en estilo neo mudéjar. Durante muchos años, sería ejemplo de construcción para la mayoría de las plazas hasta su cierre, el 14 de octubre de 1934.
Construcción
La Plaza de toros Monumental de Las Ventas fue ideada por un gran torero José Gómez Ortega, Joselito “El Gallo”, al que un toro mató en Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1920. El arquitecto que diseñó el proyecto fue José Espeliú –que murió sin verla terminada- y su obra la continuó otro arquitecto, Manuel Muñoz Monasterio, quien años después proyectaría el Estadio Santiago Bernabéu del Real Madrid. Su construcción duró varios años porque el lugar escogido para su ubicación en el Arroyo del Abroñigal requirió de muchos movimientos de tierras, desmontes y arreglos. Las obras se iniciaron bajo la Dictadura del General Primo de Rivera –entre 1923 y 1929- y concluyeron ya proclamada la Segunda República.
La primera corrida de toros se celebró el 17 de junio de 1931, aún sin estar terminada, y fue organizada por el entonces Alcalde de Madrid, Pedro Rico, con el fin de recaudar fondos con destino a los obreros en paro. En dicha corrida intervinieron varios toreros, entre ellos Marcial Lalanda y el mexicano Fermín Espinosa “Armillita”. La inauguración oficial se retrasaría hasta el 21 de octubre de 1934.
Durante la Guerra Civil se destruyeron parte de sus instalaciones y se utilizó como cárcel, para guardar animales y como arsenal de armas y como anécdota, hay que recordar que la imagen más extraña fue que en 1939, su ruedo se había convertido en una huerta donde se cultivaban verduras y legumbres, que sirvieron de alimento a los soldados.
Después de la guerra, el 24 de junio de 1939, se celebró la primera corrida de toros, a la que se llamó la Corrida de la Victoria y en ella participaron hasta seis toreros. Desde entonces, en la Plaza de Toros de Las Ventas han toreado y actuado todas las grandes figuras de la Tauromaquia moderna y contemporánea, ya fueran españoles, mexicanos, ecuatorianos, colombianos, portugueses, franceses, venezolanos o peruanos, porque la Fiesta es universal y gracias a los exploradores españoles que llegaron a América, la fiesta de los toros se extendió por casi todo el territorio americano.
En la plaza de toros de Las Ventas han muerto cuatro toreros: dos matadores de toros (Félix Almagro en 1939 y Pascual Márquez en 1941) y dos banderilleros (“El Coli” en 1964 y “El Campeño”, éste en 1988). Además, en 1957 también murió en la enfermería de la plaza el carpintero Pablo Pérez Gómez, tras ser cogido por un toro que saltó al callejón.
Las Ventas es la plaza más importante del mundo y la segunda en capacidad, después de la Monumental de México en la que caben casi 50.000 espectadores. En el toreo, después de haber aprendido el oficio como becerristas y novilleros, un torero recibe el titulo de doctor en Tauromaquia en una ceremonia que se puede celebrar en cualquier plaza y que se denomina alternativa. Pero sólo es en la plaza de Las Ventas donde los toreros confirman la alternativa en España. Las Ventas es la única plaza de toros en España en la que se ofrecen festejos todos los domingos entre los meses de marzo y octubre y en que la feria de San Isidro tiene lugar entre el 10 y el 30 de mayo, organizándose corridas, novilladas o corridas de rejones todas las tardes.
Edificio singular
Por lo que respecta al estilo del edificio, es mudéjar, con exceso de recargamiento en su fachada, en la que no hay ni un solo paño liso que ofrezca una nota de contraste. El arquitecto, Manuel Muñoz Monasterio afirmó al concluir su obra que “tan sólo en la capilla, lugar más íntimo, me he permitido una adaptación del estilo colonial mexicano”.
La Plaza de Toros de Las Ventas tiene cuatro pisos. Sus galerías circulares conducen a las distintas localidades. Hay once tendidos: los de Sombra son los números 9, 10, 1, 2, y Preferente, situado encima de toriles. Los tendidos de Sol y Sombra son los números 3 y 8 y los de Sol los números 4, 5, 6 y 7. Por su altura la plaza se divide en: barreras, contrabarreras, tendidos bajos, tendidos altos, gradas, palcos y andanadas. Sólo están bajo cubierto las gradas, los palcos y las andanadas. El resto de las localidades se encuentra descubierta.
La plaza tiene además dos patios: uno de cuadrillas o de caballos y otro de arrastre. En el primero está instalada una capilla, una sala de estar y la enfermería, donde los médicos curan a los toreros heridos durante el festejo y también a cualquier espectador. En él también están las caballerizas y los servicios para el reconocimiento de caballos, petos y puyas. En el piso alto del patio se encuentra el Museo Taurino de Madrid.
En el patio de arrastre se encuentran las oficinas del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, propietaria del coso, y de la empresa que gestiona y organiza los festejos taurinos. Hay también un espacio habilitado como desolladero de reses, al término de cada corrida donde se despieza al toro y otro en la planta superior que es la vivienda del mayoral.
Entre los dos patios se encuentran cinco corrales para guardar el ganado, uno de ellos más espacioso, que sirve para el desembarque de las reses, y otros dos, llamados de reconocimiento veterinario y en donde los días de festejo se procede al sorteo.
Finalmente, destacan dos lugares especiales y emblemáticos de la plaza. En la planta superior se encuentra el Palco Real, al que tienen acceso exclusivamente los miembros de la Familia y Casa Real. Y la Puerta Grande, por donde son sacados a hombros los toreros por los aficionados tras haber sido premiados con dos orejas en una misma tarde.
Nueve décadas de toreo en Las Ventas
Inicios
El primer festejo taurino celebrado en la plaza de toros de Las Ventas tuvo lugar el 17 de junio de 1931, fecha en que quedó inaugurada la plaza. Fue una corrida de toros, organizada por el entonces alcalde de Madrid, Don Pedro Rico, con el fin de recaudar fondos destinados a paliar las dificultades por las que atravesaban los muchos desempleados que habitaban en la ciudad. Los diestros que tomaron parte fueron Diego Mazquiarán “Fortuna”, Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Fausto Barajas, Luís Fuentes Bejarano, Vicente Barrera, Fermín Espinosa “Armillita” y Manuel Mejías “Bienvenida”, siendo el primer toro que saltó a la arena “Hortelano”, de la ganadería del Duque de Veragua.
Fue una inauguración de la plaza prematura, ya que los accesos al recinto presentaban muchas dificultades para los aficionados y hubo que adecuarlos apresuradamente. Por ello, la inauguración oficial de la plaza se retrasó hasta el 21 de octubre de 1934, con una corrida de toros en la que con toros de Doña Carmen de Federico, antes Murube, intervienen las principales figuras de aquel entones: Juan Belmonte, Marcial Lalanda y Joaquín Rodríguez “Cagancho”.
Esta primera temporada formal de la plaza de toros la integraron tres festejos: dos corridas de toros y una novillada. Ya en 1935 se organizó una temporada continuada, compuesta por 47 festejos, de los cuales 23 fueron corridas de toros y 24 novilladas.
Precisamente en 1935, en el segundo de los festejos celebrados, se registra el primer herido en el coso, concretamente el novillero Félix Almagro, quien, desgraciadamente sería herido mortalmente el 13 de julio de 1939, en uno de los primeros festejos celebrados en el ruedo de Las Ventas, al término de la Guerra Civil.
El 22 de septiembre de 1935, se vistió de luces por última vez en este ruedo Juan Belmonte, apodado el “Pasmo de Triana”, dejando constancia de su innegable arte, al cortar las dos orejas y el rabo a un toro de la ganadería de Coquilla. Una semana más tarde se despedía del toreo, aunque reaparecería años más tarde como rejoneador.
Comienzos de la Feria de San Isidro
La actividad taurina en la plaza de toros de Las Ventas queda momentáneamente suspendida tras una novillada celebrada el 22 de julio de 1936. Cuatro días antes, el 18 de julio, había estallado la Guerra Civil. Durante tres años, la plaza de toros de Madrid se convirtió en una inmensa huerta, destrozándose su mobiliario interior. Acabada la contienda, el 1 de abril de 1939, en apenas dos meses se rehabilitó el edificio y el ruedo y los toros vuelven a la Monumental el 24 de mayo con una corrida de toros llamada “de la Victoria”, en la que hicieron el paseíllo Marcial Lalanda, Vicente Barrera, “El Estudiante”, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida y Antonio Cañero.
El inicio de la nueva década de los años cuarenta se caracteriza por celebrarse más novilladas que corridas de toros, debido, principalmente, a la delicada situación en que había quedado la cabaña brava española como consecuencia de la contienda bélica referida.
A lo largo de los años sucesivos se producen una serie de hechos que van a marcar de forma definida la vida de la plaza. Así, por ejemplo, se produce el relevo de las generaciones toreras marcadas por Marcial Lalanda que se despide del toreo y surgen con gran fuerza diestros como Manuel Rodríguez “Manolete”, Pepe Luís Vázquez y Luis Miguel “Dominguín”.
Manuel Rodríguez “Manolete” tuvo destacadas actuaciones en el ruedo de Las Ventas, destacando por encima de todas la faena realizada el 6 de julio de 1944 a un sobrero de la ganadería portuguesa de Pinto Barreiros, por nombre “Ratón”.
Pero quizás, en 1947 tuvo lugar un hecho de relevancia para la vida de la plaza, cuando Don Livinio Stuyck crea la Feria de San Isidro, un ciclo continuado de corridas de toros, lo que supuso el espaldarazo definitivo al prestigio de la Monumental de Las Ventas, que la convirtió en la plaza de toros más importante del mundo.
Brillantes años 50 y 60
En la década de los años cincuenta y sesenta surgen diestros de gran trascendencia histórica como Julio Aparicio, Rafael Ortega, Miguel Báez “Litri”, César Girón, Manolo Vázquez, y por supuesto Antonio Ordóñez, cuyos éxitos continúan en los años sesenta. Los tendidos de Las Ventas se van a llenar como nunca. En verdad algunos escritores la llaman la segunda edad de oro del toreo, porque a los nombres ya citados se añaden toreros de gran valor y calidad como Gregorio Sánchez, Jaime Ostos, Antonio Chenel “Antoñete”, Diego Puerta, Paco Camino, Santiago Martín “El Viti”, Curro Romero y Manuel Benítez “El Cordobés”, a los que sucederán otros que también tendrán mucho que decir en la década siguiente: Francisco Rivera “Paquirri” y Sebastián Palomo Linares.
Los años setenta son años de incertidumbre política, de agitación social y ello se traduce en un mayor carácter reivindicativo de los públicos, alentados por una nueva crítica taurina. Es una década polémica, pero en la que también ocurren hechos claves como fue la aparición de un gran ganadero que se convierte en el referente del toro bravo, fiero y al mismo tiempo capaz de embestir muy humillado y con nobleza: Victorino Martín.
En el capítulo personal, aparte de los ya citados, hay que destacar otros nombres que serán decisivos e históricos como Francisco Ruiz Miguel, Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea”, Julio Robles, Ortega Cano y José María Manzanares.
Jóvenes que dan continuidad
En la década de los años ochenta se produce el retorno a los ruedos de grandes toreros clásicos cuyas maneras contrastan con las de los nuevos valores. Pero los primeros años ochenta son los de la aparición de la primera generación de toreros surgidos de las escuelas de tauromaquia, como José Cubero “Yiyo”, tan prematuramente desaparecido, y José Miguel Arroyo “Joselito”, y también de los éxitos de Paco Ojeda y la confirmación de los ya citados Ortega Cano y “Niño de la Capea”, como toreros del gusto y aprecio de Madrid, junto con otros como Roberto Domínguez, José Antonio Campuzano y Juan Antonio Ruiz “Espartaco”.
No podemos olvidar al hacer este repaso de los años ochenta, la posición privilegiada que alcanza Victorino Martín, culminada con el indulto del toro “Belador” en la corrida de la Prensa de 1982 y en los grandes éxitos en las corridas de San Isidro y, especialmente, en la recordada “la corrida del siglo” celebrada el 1 de junio de 1982 en la que salieron a hombros junto al propio ganadero los diestros Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar, después de que al cuarto toro se le premiara con la vuelta al ruedo.
La recta final del pasado siglo (años 90), estuvo marcada, sin duda alguna, por el equilibrio entre las novedades, representadas por el torero colombiano César Rincón, Enrique Ponce, José Tomás, “Morante de la Puebla” y la joven veteranía de “Joselito”. Ya a finales de esta época surge la figura de Julián López “El Juli”.
Es ya el panorama del toreo en el nuevo siglo en el que la plaza de Las Ventas cumplió su primer 75 aniversario, consolidada como el gran ruedo soñado del toreo para los éxitos de toreros y ganaderos. Y con el siglo XXI ya han surgido otras figuras que mantienen vivo el interés por nuestra Fiesta como, por ejemplo, el francés Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante o José María Manzanares, por citar algunos diestros.
El toro bravo en Las Ventas
El toro bravo
De igual forma que la entendida afición que acude a presenciar en vivo los festejos taurinos que tienen lugar en la plaza de Las Ventas es exigente a la hora de conceder los máximos trofeos a los toreros que, hasta la fecha, han pasado por su coso, lo es aún más, quizás, cuando se trata de reconocer la bravura del otro gran protagonista de la Fiesta: el toro.
El máximo galardón que reconoce esta cualidad del toro bravo es el perdón de su muerte, es decir, la concesión del indulto. Y en este período de vida de la plaza de toros de Las Ventas, desde su inauguración, tan sólo un astado ha logrado volver a vivir al campo tras su paso por la arena de este coso.
Ese toro tenía por nombre “Belador” y pertenecía a la ganadería de Victorino Martín Andrés. Fue lidiado el 19 de julio de 1982 por el diestro José Ortega Cano, en el transcurso de la Corrida de la Prensa de ese año. Dicho ejemplar quien, unánimemente, recibió el perdón, fue un dechado de bravura, de casta y de poder, pero también de nobleza y de clase.
El reconocimiento de las buenas cualidades de un toro durante su lidia también queda expresado en la concesión de la vuelta al ruedo. En la historia de la plaza de Las Ventas, desde la oficialidad de los festejos, pocos han sido los toros que han conseguido esta distinción.
Ganaderías premiadas
Para un ganadero lograr que uno de sus toros sea premiado con la vuelta al ruedo en Las Ventas supone un auténtico éxito. Si analizamos los períodos en los que se han concedido más vueltas al ruedo, destaca sobremanera el año 1970, puesto en esa temporada ese premio fue otorgado a cinco toros, al margen de otro para rejones y un novillo.
Por lo que respecta a las ganaderías, dos son las que lideran, llamémosle clasificación, por el número de ejemplares premiados con la vuelta al ruedo tras su muerte. Se trata de la ya mencionada de Victorino Martín, y la de Pablo Romero, ambas con siete reses cada una.
Con cuatro vueltas al ruedo se encuentra la ganadería extremeña del Conde de la Corte, destacando el hecho de que dos de estos premios fueron obtenidos en el mismo festejo celebrado el 17 de mayo de 1968 durante la Feria de San Isidro, por añadidura.
A continuación figura un grupo de cinco ganaderías con tres vueltas al ruedo para sus toros: Sánchez Fabrés, Samuel Flores, Fermín Bohórquez, Infante da Cámara y Juan Pedro Domecq. En este grupo es de destacar a la última, porque un mismo toro obtuvo dos vueltas al ruedo el 22 de junio de 1952.
Se cierra la relación con un grupo de siete ganaderías cuyos toros han obtenido dos vueltas al ruedo y otro grupo de 23, el más numeroso, con tan sólo una, entre las que figuran algunas tan prestigiosas como la del Marqués de Albaserrada, Murteira Grave, Guardiola Domínguez o Torrestrella, por citar algunos ejemplos.
En cuanto a los novillos, 57 han sido los premiados, representantes de 40 ganaderías, con lo cual el reconocimiento por parte del público está más repartido. En este caso no hay ningún hierro que destaque sobre los demás, sino que hay un grupo e seis, cuyas reses han logrado la vuelta al ruedo en tres ocasiones: Manuel Arranz, Isaías y Tulio Vázquez, Carlos Núñez, Marqués de Albaserrada, María Cruz Gomendio y David Ribeiro Telles. Precisamente es destacar esta última, pues el premio fue obtenido por tres novillos en el festejo celebrado la tarde del 6 de octubre de 1968.
Finalmente, hemos de destacar el hecho de que tan sólo tres ganaderías han visto reconocidos el comportamiento de sus toros con la vuelta al ruedo en corridas de rejones, a saber: Graciliano Pérez Tabernero, Urquijo de Federico y Juan Mari Pérez Tabernero.
Toreros de Puerta Grande
Hasta 2015, un total de 156 toreros han logrado salir a hombros de Las Ventas, tras cortar dos o más orejas en una misma tarde.
Novilleros y Rejoneadores
Anécdotas y Efemérides
¿Dónde estamos?
