La hemovigilancia es un sistema para la detección, el registro y el análisis de la información relativa a los efectos adversos e incidentes de la transfusión sanguínea (extracción, procesamiento, verificación, almacenamiento, distribución y transfusión de sangre y componentes).
Obtener una información objetiva, completa y rigurosa para poder aumentar el nivel de calidad y de seguridad transfusional a través de medidas correctoras y preventivas.
El sistema de hemovigilancia requiere la cooperación de las diferentes partes implicadas: desde el Centro de Transfusión, centro donde se preparan y almacenan los componentes sanguíneos, hasta los servicios clínicos de los diferentes centros hospitalarios, donde finalmente se llevará a cabo la transfusión.
Comienza con la aparición de un efecto adverso. El responsable del servicio de transfusión y/o unidad de donación lo notificará, a través de un formulario específico, al coordinador de Hemovigilancia del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid (CTCM). Tras el registro y análisis de la información, este coordinador será el responsable de incluirla en el Registro de Hemovigilancia de la Comunidad de Madrid. La información enviada desde cada una de las comunidades autónomas se centraliza en la Unidad Estatal de Hemovigilancia del Ministerio de Sanidad que anualmente elabora y emite un informe.
También existe un circuito de alerta rápida para aquellas situaciones que requieren una notificación urgente como, por ejemplo, la contaminación bacteriana. La persona de contacto en estos casos es el coordinador de Hemovigilancia del CTCM o, en su ausencia, el médico de guardia.
