Barbieri 200 años: Radio Barbieri

BARBIERI 200 AÑOS: RADIO BARBIERI

DIRECCIÓN ESCÉNICA, FRANCISCO MATILLA
COORDINADOR ARTÍSTICO, FERNANDO POBLETE
Concerto XXI Nvivo

FICHA ARTÍSTICA
SOPRANOS: Sonia de Munk y Sofía Gutiérrez-Tobar / TENOR: Pablo Puértolas / BARÍTONO: Pablo Rossi / PIANO Y MAESTRO CONCERTADOR: Miguel Ortega / PRESENTADOR: Martín Llade / MUSICÓLOGO: Enrique Mejías / RESPONSABLE DE IMAGEN Y SONIDO: Carlos La Peña / NOTAS AL PROGRAMA: Enrique Mejías / IMAGEN: Caricatura de Barbieri como director de orquesta. Museo de Historia de Madrid

TERCER CONCIERTO DEL CICLO HOMENAJE AL DOSCIENTOS ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE FRANCISCO ASENJO BARBIERI (1823-1894)

En el ecuador del ciclo de conciertos que la Comunidad de Madrid organiza en el Real Coliseo como homenaje a la obra y a la proyección de Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894) en el doscientos aniversario de su nacimiento, la formación Concerto XXI Nvivo nos presenta a tres compositores contemporáneos de Barbieri - Cristóbal Oudrid (1825-1877), Emilio Arrieta (1821-1894) y Joaquín Gaztambide (1822-1870) -, quienes, al igual que nuestro homenajeado, fueron protagonistas en el desarrollo de la zarzuela del siglo XIX.

Martín LLade, uno de los presentadores de más éxito del momento, conduce Radio Barbieri. Un programa de radio en el que nos habla de Barbieri y de sus contemporáneos y entrevista al joven musicólogo Enrique Mejias y al veterano director de escena Francisco Matilla. Entrevistas que darán paso a la interpretación, en directo, de obras de estos cuatro grandes compositores que cambiaron la historia de la zarzuela.

PROGRAMA

Cristóbal Oudrid (1825-1877)

El postillón de La Rioja – Dúo de Félix y la Baronesa (N.º 8)
Zarzuela en dos actos. Música de Cristóbal Oudrid, libro de Luis Olona
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 7 de junio de 1856

Moreto – Terceto de Inés, Tacón y el Conde (N.º 6)
Zarzuela en tres actos. Música de Cristóbal Oudrid, libro de Agustín Azcona
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 20 de mayo de 1854

El último mono – Tango del negro (N.º 4)
Pasillo filosófico-práctico en un acto. Música de Cristóbal Oudrid, libro de Narciso Serra
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 30 de mayo de 1859

Emilio Arrieta (1821-1894)

Azón Visconti – Canción de Angélica (N.º 2)
Zarzuela en tres actos. Música de Emilio Arrieta, libro de Antonio García Gutiérrez
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 12 de noviembre 1858

El dominó azul – Dúo de la Marquesa y Leonor (N.º 12)
Zarzuela en tres actos. Música de Emilio Arrieta, libro de Francisco Camprodón
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 19 de febrero de 1853

Guerra a muerte – Cuarteto (N.º 5)
Zarzuela en un acto. Música de Emilio Arrieta, libro de Adelardo López de Ayala
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 22 de junio de 1855

Joaquín Gaztambide (1822-1870)

El juramento – Dúo de Peralta y Sebastián (N.º 11)
Zarzuela en tres actos. Música de Joaquín Gaztambide, libro de Luis Olona
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 20 de diciembre de 1858

Los comuneros – Romanza de Elena (N.º 7)
Zarzuela en tres actos. Música de Joaquín Gaztambide, libro de Adelardo López de Ayala
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 14 de noviembre de 1855

Una vieja – Americana a tres (N.º 3)
Ópera cómica en un acto. Música de Joaquín Gaztambide, libro de Francisco Camprodón
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 1 de diciembre de 1860

Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894)

El relámpago – Aria de León (N.º 4)
Zarzuela en tres actos. Música de Francisco Asenjo Barbieri, libro de Francisco Camprodón
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 15 de octubre de 1857

Jugar con fuego – Dúo de la carta (N.º 7)
Zarzuela en tres actos. Música de Francisco Asenjo Barbieri, libro de Ventura de la Vega
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 6 de octubre de 1851

Mis dos mujeres – Cuarteto (N.º 8)
Zarzuela en tres actos Música de Francisco Asenjo Barbieri, libro de Luis Olona
Estrenada en el Teatro del Circo de Madrid el 26 de marzo de 1855

NOTAS AL PROGRAMA

Pocas semanas antes del estreno de Pan y toros, a finales de 1864, el compositor Francisco Asenjo Barbieri publicó uno de sus panfletos polemistas más interesantes: la Contestación al maestro D. Rafael Hernando. Se trataba de poco más de treinta páginas en las que el compositor de Jugar con fuego plasmó todo un manifiesto estético en defensa de la zarzuela y en contra del patrón operístico, íntegramente cantado. Este, precisamente, había sido, el modelo defendido por Hernando (el compositor de El duende y de otras zarzuelas) en su Proyecto-memoria presentado a S.M. la reina para la creación de una academia de música. El texto de Barbieri –huelga decirlo– no tiene desperdicio y en él pueden leerse reflexiones de calado como la que sigue:

Con tanta variedad de personajes y de acciones, ya se ha visto que se ponen en juego la mayor parte de las pasiones humanas […] de donde precisamente resulta variedad de colorido, que es el atractivo mayor que para el público tiene la zarzuela y no sólo para el público, sino antes para el compositor que tiene un campo más vasto para componer su cuadro, pudiendo disponer en su paleta de mayor variedad de colores.

De la mano de Barbieri, en este concierto vamos a realizar un amplio recorrido por toda esa variedad de patrones y colores que la zarzuela isabelina nos brindó. Se trata, no lo dudemos, de uno de los legados teatrales y musicales de mayor importancia del acervo hispano y del cual –por fortuna– tenemos todavía tantas joyas por descubrir.

Entre 1849 y hasta la caída del régimen de Isabel II, esta generación infatigable de creadores, intérpretes, críticos y editores dio forma a un tipo de teatro musical con el que, en muy pocos años – ¡apenas unos meses! –, todos ellos y un público más que enfervorecido se sintieron plenamente identificados. La eterna quimera de una ópera nacional fue quedando relegada al olvido ante la evidencia de que, por la vía de la ópera cómica (es decir, alternando el cantado y el hablado, participando de la más castiza tradición de la comedia), se había alcanzado de facto la creación de un teatro lírico formulado en clave nacional.

La apoteosis de Jugar con fuego en 1851, como el propio Barbieri escribiría: "marcó la senda que había de seguirse en adelante, por lo cual todo el mundo la considera como la verdadera piedra angular de la zarzuela moderna". Este modelo de ópera cómica se consolidó con títulos en uno, dos o tres actos, como El estreno de una artista, Marina o El campamento. Junto a dramaturgos de la talla de Luis Olona, Francisco Camprodón, Ventura de la Vega o Adelardo López de Ayala, aquellos fueron los felices años de reinado de Joaquín Gaztambide, Emilio Arrieta, Cristóbal Oudrid, José Inzenga o el renegado de Rafael Hernando. Un reinado que duró lo que el propio género en alcanzar la mayoría de edad: con la Revolución Gloriosa de 1868 se patentizó que la sociedad que había demandado esta forma de entretenimiento cedió el paso, definitivamente, a otra de afanes más democráticos y que encontró en el teatro por horas (con su género chico) su forma predilecta de entretenimiento teatral.

Debe recordarse que durante las décadas de 1850 y 1860 no existió una definición unívoca de "zarzuela". Aunque Barbieri y la crítica consideraban a Jugar con fuego como tal "piedra angular" (un puesto sólo equiparable al espacio que sigue ocupando Peter Grimes para la ópera inglesa), a su lado, ciertamente, se estrenaron toda suerte de obras con música que oscilaban desde la ópera cómica de mayor empaque al vodevil doméstico o el sainete más regocijantes sin mayor pretensión que la de que el público saliera del teatro tarareando las melodías que acababa de escuchar… o de seguir con los pies.

Compuestos por Oudrid, disfrutaremos fragmentos de tres de sus zarzuelas más afamadas. En el dúo de Félix y la Baronesa de El postillón de la Rioja (ese "precioso dúo" en palabras de Cotarelo y Mori) un falso postillón flirtea con una dama… con la que en realidad ya se ha casado en el acto anterior mientras ella estaba disfrazada de vieja. En Moreto nos encontramos, sin duda, ante la obra maestra de Oudrid en estos primeros años de creación. El libreto de Agustín Azcona pone en escena los amoríos contrariados del célebre dramaturgo del siglo XVII, en el Palacio del Buen Retiro y acompañado del Conde-Duque de Olivares. A su lado, El último mono puede tenerse por un espiritual entremés (inspirado en un epigrama de Alphonse Karr) en el que, junto a toda suerte de ritmos bailables, destaca el tango-habanera con que un criado negro se lamenta de su suerte. La imitación del habla bozal y la práctica del blackface formaban parte inexcusable de esta clase de caricaturas.

De Emilio Arrieta se explorará su registro más lírico, empezando con la hermosa cavatina con que salía a escena la soprano ligera Josefa Murillo en Azón Visconti, una obra ambientada en el Milanesado de comienzos del siglo XIV. El dúo de tiples de El dominó azul fue, probablemente, el más célebre en su género durante toda la segunda mitad del siglo XIX: el choque entre una maquiavélica Marquesa y su rival, la doliente doña Leonor de Haro. Estrenada en 1853, unos días antes que La Traviata en Venecia, no deja de sorpender el cinismo de la soprano al recordarnos: "Ha pasado ya la moda de morirse por amor". En cuanto a ¡Guerra a muerte! basta decir que es una de las zarzuelas más regocijantes de entre las creadas por Arrieta y su pareja, el futuro ministro López de Ayala: en los tiempos de Felipe V, galanes y damas se declaran la guerra durante el verano en La Granja. El cuarteto, antes del final, convocaba en escena a cuatro favoritos del público: el bajo Francisco Salas, el tenor cómico Vicente Caltañazor, la tiple Teresa Rivas, más valorada como actriz… y como hermosa, y Amalia Ramírez, la soprano que en pocos meses estrenaría Marina.

Si el marido de la Regenta confesaba saborear "los amores contrariados de El juramento, que eran cosa delicada", el propio Barbieri admitía, a pesar de su enemistad declarada con Gaztambide, que esta zarzuela contaba con "un libreto de mucho interés dramático y una música agradable siempre y con algunos trozos excelentes". El dúo de los borrachos, hacia el final de la obra, cada noche era bisado por Salas y a Caltañazor. En cuanto a Los comuneros, estamos de nuevo ante una zarzuela de temática histórica que incluye algo tan poco común en el género como una muerte en escena. Una partitura magnífica de Gaztambide al servicio de un drama de calado liberal y nacionalista por el que el Regoyos pagó a López de Ayala 28.000 reales, "cantidad que hasta entonces no se había pagado por ningún editor", según Barbieri. La habanera a tres de Una vieja puede tenerse (¡de nuevo!) por otro de los greatest hits de la zarzuela isabelina. Integrada en la acción de esta obra ambientada en el México de 1826, los personajes improvisan un concierto casero y la falsa vieja que da título a la obra va revelando su identidad a medida que la pasión de la música se apodera de ella.

Terminamos con Barbieri, de quien disfrutaremos del magnífico dúo de la carta de Jugar con fuego, en el que la solita forma prescriptiva de la ópera se adapta a las exigencias de un momento de tensión dramática sensacional: el marqués de Caravaca ha descubierto el secreto de la duquesa… su silencio tendrá un precio. Antes podremos dejarnos acariciar por la barcarola con que sale a escena el tenor en El relámpago, una de las partituras que – con razón – más admiraba Barbieri de sí mismo. También valoraba mucho Mis dos mujeres, ("A mí me gusta esta obra, aunque es mía"), una partitura conmovedora en su corte belliniano, al servicio de uno de los mejores libretos de Olona. Como escribiría Cotarelo y Mori: "Sólo hubo equivocación en el título, que suena algo a cosa burlesca, cuando la zarzuela es seria y hasta sentimental".

Enrique Mejías García