Sistemas de control continuo de glucosa
La dispensación de estos medidores se inició en 2020 para los pacientes con diabetes tipo 1 y cuya prescripción corresponde al ámbito hospitalario (68.533 personas en el año 2024), y se completó en noviembre del año pasado con los de tipo 2 que cumplen unos criterios clínicos de cronicidad, sumándose en este caso otros 8.228.
El SMGC es un sensor, con un pequeño filamento, que se inserta en la piel de forma subcutánea y controla de forma continua, las 24 horas del día, el nivel de glucemia (glucosa en sangre), permitiendo que los usuarios puedan realizar un seguimiento de su patología a través de su teléfono móvil o un ordenador, ofreciéndoles mayor seguridad y calidad de vida.
Permite ajustar la administración de insulina de manera más precisa, por lo que es idóneo para aquellos que tienen un tratamiento muy complejo, que precisan múltiples dosis diarias y requieren en este tiempo al menos seis tomas de control de glucosa capilar mediante un pinchazo en el dedo. Además, un sistema de alarmas avisa en caso de detectar una bajada o subida de azúcar (hipo e hiperglucemia, respectivamente) para que pueda regularse de una manera más cómoda. Esta monitorización se traduce en menos visitas a urgencias y hospitalizaciones por complicaciones crónicas.
Un circuito interno entre médicos de familia y profesionales de Enfermería lleva a cabo su prescripción a los pacientes que cumplen los requisitos necesarios y que participan en talleres de educación grupales para formarse en su uso. A partir de ahí, se efectúa su dispensación en la que se tiene en cuenta el anticipo de sensores extra para hacer frente a imprevistos, así como la recogida de los dispositivos usados.