Arquitectos de Madrid: Francisco de Cubas
La llegada al trono de Isabel II en 1833 coincide con el inicio de una etapa en la arquitectura marcada por el historicismo medievalista, en línea con el pensamiento romántico y con las ideas de Viollet-le-Duc. Alguno de los edificios más representativos de esta corriente los construye el madrileño Francisco de Cubas y González-Montes, representante del neogótico.
Breve reseña biográfica
Francisco de Cubas (Madrid, 1827- 1899)
Nace en 1827 y a los 18 años ingresa en la recién fundada Escuela de Arquitectura, donde será discípulo de Narciso Pascual y Colomer. Con 25 años obtiene una pensión para estudiar en Roma, etapa que aprovecha para viajar por Italia, Grecia, Centroeuropa y París. A su vuelta a Madrid tres años después, se licencia como arquitecto y comienza a hacerse un nombre entre la sociedad burguesa y aristócrata.
Además de arquitecto de renombre, será hombre de negocios, diputado en las Cortes y, durante 25 días de 1892, el alcalde de Madrid. Poco antes de fallecer en 1899 recibirá el título de marqués, concedido por su labor benéfica. Será enterrado en el que es probablemente su proyecto más emblemático, la Catedral de la Almudena, en 1899.
Obra
Siguiendo la estela del Marqués de Salamanca, otros miembros de la alta sociedad adinerada construyen sus residencias en el nuevo eje del Paseo de Recoletos y las calles colindantes del ensanche. En esta línea, Cubas construye palacetes neorrenacentistas para el marqués de Alcañices, para Francisco López-Dóriga y el de Arenzana, hoy Embajada de Francia.
Un estilo más clásico e institucional sigue en el Museo Antropológico que construye para la colección del médico Pedro González Velasco, germen y sede del actual Museo Nacional de Antropología. En esta época el ensanche pasa a ser un nuevo espacio de inversión inmobiliaria en el que las nuevas fortunas se convierten en promotores de vivienda en alquiler. Para ellos, Cubas construye varios edificios, entre ellas las conocidas como Casas Salabert, declaradas Bien de Interés Patrimonial en 2011.
Por otro lado, el fervor religioso que resurge al restaurarse la monarquía lleva a la construcción de numerosas iglesias y conventos, para los que se estableció la recuperación de estilos medievales, sobre todo el gótico. En esa línea construye entre otros el convento de las Siervas de Jesús en Chamberí, y dos obras más que no verá terminadas: la iglesia de Sta. Cruz de la calle Atocha, con su torre neomudéjar y el que seguramente sea su proyecto más emblemático: la catedral de la Almudena. Cubas reformó su proyecto inicial como iglesia parroquial, proponiendo una imponente catedral neogótica de grandes dimensiones, con planta de cruz latina y capillas laterales. Los trabajos de construcción comenzaron por la cripta, realizada en estilo neorromántico, con acceso independiente por la Cuesta de la Vega y abierta al culto en 1911. Tras la muerte de Cubas, se hizo cargo Enrique María Repullés y Vargas que a su vez es sustituido por Juan Moya, quien ya hizo sustanciales reformas sobre el proyecto inicial. En 1944 el director general de Bellas Artes, Marqués de Lozoya, promueve un concurso nacional para dar a la Catedral una nueva solución arquitectónica que ganan Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro. Estos, cambian el inicial proyecto para adecuarlo al entorno, y obtienen con él el Premio Nacional de Arquitectura de 1944. El resultado es la actual Catedral, con algunas modificaciones surgidas a lo largo de estos 50 años.