El perro que no tenía pedigrí

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El consumidor: 
En este caso, el reclamante compró un perro con pedigrí y solicitó el certificado correspondiente. La empresa, sin embargo, tardó semanas en responder y lo hizo entregando al cliente un documento que el reclamante no aceptó por considerar que no cumplía las exigencias legales de este tipo de certificado.
La empresa: 
La empresa reclamada alegó que había tardado en entregar el certificado porque era un duplicado del original, que había extraviado. También argumentó que, de no estar conforme con la acreditación, debería ser el cliente quien demostrara que el can no tenía el pedigrí solicitado.
El colegio arbitral: 
El colegio arbitral estimó que la empresa había vendido un animal como si fuera de pedigrí sin cumplir las exigencias vigentes (inscripción del perro en el libro de orígenes español, entrega al cliente de un certificado del veterinario del país de origen donde constara el número de tatuaje o microchip, etc.). Por ello, determinó que el perro quedara en poder del cliente y que la empresa le rebajase el precio y devolviera parte del importe pagado por el consumidor.