Gafas mal montadas
El consumidor:
Se compra unas gafas y, tras unos meses, se rompe uno de los cristales. Lleva las gafas a reparar y ese mismo día se vuelven a romper. Considera que se debe a que las gafas están mal montadas, por lo que reclama la devolución del coste de la compra más el de la reparación.
La empresa:
Se niega a reparar gratuitamente las gafas y a devolver el dinero y defiende que sólo asumirá las reparaciones que se contemplen en la garantía.
El colegio arbitral:
En el arbitraje, un perito técnico concluye que el índice de refracción no es el adecuado para esas gafas y que puede ser la causa de lo ocurrido. El colegio arbitral, a tenor de este informe, da la razón al consumidor y obliga a la empresa a realizar el montaje de las gafas con el índice de refracción adecuado, sin coste alguno para el consumidor.