Un naturalista en la España del siglo XIX
Juan o Jean Mieg (1780-1859) es considerado como uno de los naturalistas más destacados de la primera mitad del siglo XIX. Natural de Basilea, se estableció en España a raíz de conocer al rey Fernando VII en su reclusión de ValenÇay en el año 1812. Formado en matemáticas, física y química, historia natural y dibujo científico, el monarca contrató sus servicios como preceptor. Su aceptación implicaría que en 1814, viajara a España con nombramiento real y diferentes privilegios que le facilitaron que el monarca le confiara la enseñanza de los estudios de física y química tras haberse creado en 1816 la Escuela físico-química, ubicada en el Palacio Real de Madrid. A partir de ese momento, ante la inexistencia de material didáctico comenzará a publicar sus conocimientos para la buena preparación de sus alumnos y estudiosos. Simultáneamente, ante la paralizada situación de los estudios de historia natural, Mieg decidirá escribir para incentivar el escenario naturalista y dar relevancia al dieciochesco naturalismo moderno.
Este interés será progresivo y sucesivamente se irá manifestando a través de su obra y el coleccionismo científico, destacando especialmente su dedicación por la entomatología y la ornitología. Colaboró de forma gratuita con instituciones madrileñas importantes como el Ateneo científico, literario y artístico de Madrid y perteneció a diversas sociedades científicas. En 1823 es nombrado catedrático de Física en la Universidad Central. Su curiosidad por la magia blanca o “natural” fue notable. También sobresalió por una especial destreza en los “juegos de manos”, escribiendo distintas obras, en la que instruirá para “aprender a ejecutar” aquellos juegos en los que era un maestro. El “Tío Cigüeño”, como así le llamaban, fue vecino de Carabanchel desde 1825, falleció a la edad de ochenta años en el año 1859, dejándonos una herencia polifacética e innovadora para la España del siglo XIX.
Mieg y el excursionismo científico
Juan Mieg destacó por su gusto a realizar distintas excursiones por los alrededores de la capital, teniendo como objetivo principal la visita del lugar, la recolección de flora y fauna, la observación ornitológica y el enriquecimiento zoológico y botánico. La primera excursión científica documentada corresponde al año 1819. Sobresalen sus cuadernos de plantas pintadas a la acuarela, sus cuadros paisajísticos y sus cuadernos de campo que muestran una gran destreza pictórica. Un naturalista de vocación y aprendizaje que tuvo como meta la comunicación y el intercambio imprescindible de conocimientos con otros naturalistas nacionales y extranjeros. Su aportación ha permanecido a lo largo del tiempo y es de gran interés científico.
Su valía profesional se ha visto recompensada y así, por ejemplo, distintas especies de mariposas llevan su nombre. Mantuvo contactos con grandes especialistas como Mariano de la Paz Graells, con ellos compartió e intercambió impresiones, consultas y ejemplares. En sus escritos, correspondencia y anotaciones es evidente una concienzuda labor de recogida de material. Sus excursiones a pie o utilizando un nuevo medio de transporte como fue el ferrocarril, han permitido dar primicias propias de una observación exhaustiva y sin parangón en su época en las que también aportó pinceladas de una España que se abría a una incipiente etapa de cambio.
El ferrocarril de Madrid a Aranjuez
La construcción del ferrocarril de Madrid al Real Sitio de Aranjuez fue un ejemplo de ese afán innovador, que facilitó que estudiosos como Juan Mieg pudieran realizar cómodos trayectos y más rápidos traslados en su constante excursionismo de carácter científico. Mieg, así se lo cuenta: “Por aquí nos paseamos mucho en el camino de hierro de Aranjuez: al principio hace furor, pero por desgracia ya van mal los pies del abuelo de 72 años”. Esta pieza, Panorama del ferrocarril de Madrid á Aranjuez, fechada en el año 1851, es una obra miegiana, que como nos indica el propio autor, es una especie de suplemento al Manual del Ferro-carril de Madrid á Aranjuez, editado ese mismo año. A lo largo del tiempo se ha convertido en un valioso testimonio pictórico de vistas que muestran “pueblos, estaciones, casillas de guardas, puentes, viaductos, y cuanto ofrece notable el camino de hierro de Madrid hasta Aranjuez”.
El propio Mieg da noticias de esta obra maravillosa que denomina “un cuadernito de dibujos litografiados…”, aunque existen unos pocos ejemplares coloreados por el mismo que envió como presente a unas pocas personalidades: “Los ejemplares iluminados de mi Panorama no se venden, pues el publico jamás pagaría un trabajo tan dilatado; y si he tomado el trabajo de iluminar algunos ejemplares, fue únicamente para regalarlos a las personas reales y al Sr. Salamanca”. El ejemplar de la Biblioteca Regional figura litografiado por Pic de Leopol, en el establecimiento litográfico de Escudero y Massinger, consta de 36 láminas numeradas en las que figura una breve información de las diferentes ilustraciones. Para la Biblioteca Regional es un importante documento gráfico para la colección madrileña que se complementa con otras obras de este interesante personaje como su Paseo por el Gabinete de Historia Natural de Madrid editado en el año 1818.