El estrabismo es la pérdida de alineación de los ejes visuales al enfocar un objeto, lo que impide la fijación bifoveolar, es decir la desviación de un ojo respecto a su diana de fijación, con la consiguiente pérdida de paralelismo de los ejes visuales. La ausencia de fijación bifoveolar disminuye o anula la percepción de profundidad.
En la edad adulta la presentación suele ser aguda y el síntoma clave es la diplopia o visión doble; en este caso el diagnóstico ha de ser precoz puesto que la etiología subyacente puede ser potencialmente grave. Por el contrario, en la infancia, gracias a los diferentes fenómenos sensoriales compensatorios, la visión doble es poco frecuente y hace del estrabismo una afección asintomática. La prevalencia en la edad pediátrica es alta, aproximadamente un 5 % y, dada la trascendencia en el desarrollo visual, se hace imprescindible su correcta exploración y diagnóstico.