
Yacimiento arqueológico La Torrecilla
Un asentamiento rural de época romana en las riberas del río Manzanares
Yacimiento arqueológico de La Torrecilla
El yacimiento arqueológico de La Torrecilla se localiza en la margen derecha del río Manzanares, a unos 300 metros al sur del caserío de La Torrecilla, a la izquierda de la carretera M-301. Administrativamente se adscribe a la pedanía de Perales del Río (Getafe).
En este lugar se han realizado varios hallazgos arqueológicos de distinta naturaleza y cronología. Los recursos naturales que la zona ofrecía favorecieron el asentamiento de diferentes grupos humanos a lo largo del tiempo. Se han documentado materiales líticos del Paleolítico Inferior y Medio así como pequeños silos colmatados con restos óseos y cerámicos pertenecientes a la Edad del Bronce. De la Edad del Hierro también se han documentado restos principalmente cerámicos y vasos de una posible necrópolis de incineración de la que apenas se tiene datos. De época visigoda, destaca la necrópolis de El Jardinillo, descubierta en 1975 y excavada parcialmente.
Actuación arqueológica
Las primeras campañas arqueológicas realizadas en 1980 y 1987, sacaron a la luz los restos de una villa rural de época romana de planta rectangular, rodeada de una galería porticada o ambulacrum que daba acceso a diferentes estancias: un salón de recepción, cuatro dormitorios, cocina y despensa.
En la campaña del año 2016, los trabajos se centraron en completar los conocimientos sobre la extensión y la potencialidad del enclave, teniendo así continuidad con los trabajos realizados en las campañas anteriores. La prospección geomagnética reveló la existencia de habitaciones y estructuras que incrementan la extensión conocida de la villa de los 1.300 a los 4.200 m2.
En base a esta prospección se realizaron tres sondeos manuales que depararon nuevos hallazgos arqueológicos: varias estructuras (una de ella daba acceso a la villa) con muros fabricados con mampostería trabada con mortero de cal y arena, un mosaico polícromo y suelos realizados con opus signinum (pavimentos formados por una mezcla de fragmentos de cerámica, cal y arena que se apisonaban y a veces se decoraban con teselas u opus tessellatum. Estos dos tipos de suelo se utilizaban en zonas nobles de mayor relevancia).
Se han identificado tres fases constructivas de la villa:
- La fase I corresponde a la planta original de la villa, que abarca toda la estructura con un patio central, peristilo y un ambulacrum de acceso a las diferentes estancias.
- La fase II englobaría la modificación de varios espacios mediante la creación de nuevas estructuras, como un pequeño edificio semicircular o edículo, generando un cambio en los recorridos y usos de las estancias de la villa.
- La fase III correspondería a la modificación del edículo construido en la Fase II, que fue derribado, construyéndose otro en su lugar de planta cuadrangular.
No se conoce la cronología del comienzo de construcción de este enclave romano, pero sí que el abandono de la Fase I de la villa se produjo durante el siglo III después de Cristo. El comienzo de la Fase II se fija a partir del siglo IV d. C., prolongándose hasta finales del siglo V d. C. La fase III, por último, correspondería a los siglos VI y VII d.C., tras la ruptura del sistema latifundista romano y estando ya abandonada la residencia señorial.
Durante la Edad Media la zona se mantuvo habitada, ya que hay referencias desde el siglo XIII, que la mencionan como un lugar vinculado al ganado y la trashumancia gracias a la cercanía de la Cañada Real Galiana.