Restauración del relieve en alabastro “Virgen con el Niño” atribuido a Gregorio Pardo
El relieve Virgen con el niño, atribuido al escultor renacentista Gregorio Pardo, es un pequeño medallón en alabastro de gran calidad
Restauración del relieve en alabastro “Virgen con el Niño” atribuido a Gregorio Pardo
Robado a finales del siglo XX, el relieve presentaba desperfectos cuando fue recuperado. Fragmentado en diez trozos, presentaba problemas destacando las grietas, la suciedad adherida y la pérdida de la policromía original. La intervención, realizada con el criterio de mínima intervención, técnica reversible y diferenciable a corta distancia, ha permitido una restitución estética y la protección del relieve y el soporte de cara al paso del tiempo.
El relieve Virgen con el niño, atribuido al escultor Gregorio Pardo, pertenece a una serie de pequeños medallones en alabastro, muy italianizantes, que siguen el modelo creado por Diego de Siloé, que se atribuyen a la “escuela burgalesa”. Se trata de un tipo de obra de pequeño tamaño, de carácter intimista para oratorios, pero que alcanza un alto nivel de calidad y de belleza. Presenta un formato ovalado en el que se inscribe la figura de la Virgen de medio cuerpo y en posición de tres cuartos, que mantiene con su brazo izquierdo al Niño, al tiempo que le sujeta con su mano derecha.
El Niño, en ligero contraposto, acaricia la barbilla de su Madre con su mano derecha mientras con la izquierda le agarra el dedo índice. La posición de la cabeza de la Virgen, levemente inclinada hacia su hijo, pone en comunicación las dos figuras.
La Virgen viste túnica y manto sujeto en el pecho por un broche. Sobre la cabeza luce una toca que se hincha y ondea produciendo amplios pliegues, que dejan al descubierto el cabello con amplias ondulaciones detrás de la oreja y un mechón que le cae por delante de la misma. El Niño viste túnica larga y su cabello está formado por mechones lisos.
Rodea la escena una cadena de querubines, de rubios cabellos y mejillas hinchadas, entre los cuales se sitúa una larga cinta de tela plegada.
La escena se sitúa sobre un fondo azul cobalto, sobre el que destaca el color claro natural del alabastro. Todos los cabellos y alas de los querubines están dorados y los labios y orificios nasales se decoran con rojo bermellón.
El marco que soporta el relieve es ovalado, moldurado y dorado al agua.
La opinión generalizada atribuye estos relieves a los talleres de Diego de Siloé o a los de Felipe Bigarny. Sin embargo, algunos autores los han atribuido a Gregorio Pardo. Nacido y formado en Burgos y Zaragoza, este escultor se trasladó a Toledo donde contrajo matrimonio con la hija del arquitecto Alonso de Covarrubias y donde desarrolló la mayor parte de su actividad, fundamentalmente en la catedral. A la muerte de su padre, el también escultor Felipe Bigarny, asumió la dirección de su taller. Gregorio Pardo muestra un estilo caracterizado por un gran refinamiento y la búsqueda de la belleza formal al modo italiano, manifestando un claro conocimiento del vocabulario clásico y una adaptación a los modelos renacentistas italianos. Su obra presenta formas correctas, una técnica depurada y una expresividad que se acerca a formas manieristas.
El relieve fue robado en los años noventa del siglo XX y posteriormente recuperado aunque con algunos desperfectos. Por ello, se consideró necesaria su intervención, para lograr una correcta recuperación del relieve y su marco, que actualmente se expone en el museo de la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora de Colmenar Viejo.
Restauración
A nivel estructural, presentaba numerosas grietas y fisuras, tanto en el alabastro como en el marco de madera. La pieza de alabastro estaba rota en diez fragmentos debido a algún traumatismo. Afortunadamente, las fracturas se localizaban en las zonas de menor grosor de la pieza, por lo que no afectaban a las partes más importantes de las figuras. A nivel superficial el relieve presentaba una tonalidad apagada y oscurecida debido a suciedad grasa y partículas de polvo adheridas.
El fondo de policromía azul estaba perdido en gran parte y presentaba restos de dos repolicromados antiguos. Las zonas doradas presentaban algunos desgastes en las zonas más sobresalientes, así como cierta oxidación en los barnices. El marco se encontraba muy alterado, fragmentado en seis partes y la capa de dorado muy desgastada, presentando suciedad y oxidación de barnices. La tapa trasera, de madera, presentaba algunas grietas en zonas de ensambles.
Todo el proceso de restauración se planteó siguiendo el criterio de mínima intervención, técnica reversible y diferenciable a corta distancia.
Una vez desmontado el relieve, se realizó una limpieza química del alabastro. Se eliminaron los repintes azules del fondo. Las zonas doradas se limpiaron con alcohol. Una vez finalizada la limpieza se procedió a consolidar el material pétreo sellando las piezas con resina epoxídica inerte pigmentada en tono claro.
Después se llevó a cabo la reintegración volumétrica en aquellas zonas donde la falta de volumen alteraba la lectura del conjunto, empleando colores a la acuarela en ligeros velados y tramas en función del tipo de laguna. En las zonas doradas se utilizó oro fino en lámina adherido al mixtión.
Finalmente, como protección, se barnizó con resinas acrílicas.
En el marco y trasera, se comenzó el proceso con la eliminación de los restos de adhesivos utilizados en una restauración anterior. Después se limpiaron las maderas con una mezcla de disolventes en proporciones diferentes en función de las necesidades de cada zona. Se aplicó un tratamiento preventivo antixilófagos y un tratamiento de impermeabilización en la trasera con un laminado de fibra de vidrio y resina epoxi.
Una vez preparadas las maderas se procedió a la adhesión de las piezas del marco con acetato de polivinilo. Para aportar mayor resistencia al marco se insertaron varillas de fibra de vidrio para fortalecer las uniones de las diferentes piezas. Las grietas que presentaban desplazamiento de planos se rellenaron para cerrar la vía de alteración. Los volúmenes que faltaban se reintegraron con resina. Se procedió de la misma forma en el caso de la tapa trasera.
A continuación se limpió el dorado. Se aplicaron láminas de oro fino al mixtión, que posteriormente se desgastaron. Como protección final se aplicó un barniz con resinas acrílicas.
Finalmente se procedió al montaje final de la obra.