Exposición Salinas recuperado. Una pasión sublime (1951-2021)

Las vicisitudes y avatares de la biblioteca del autor no pudieron escapar a la terrible fractura cultural que la guerra civil supuso para nuestro país, tan herido, y -por rigor bibliográfico- se incluye el fondo de su legado hasta 1936, puesto que, a partir de esa fecha, con el exilio de su propietario, ya no tenemos la seguridad de que los ejemplares perteneciesen fidedignamente a su colección.

En este sentido, la diacronía del legado de Salinas arranca en su casa de Madrid, sita en la calle de Príncipe de Vergara, pasa a la Biblioteca Nacional y, posteriormente, al Instituto de Educación Secundaria Cervantes, cuya institución se ha ocupado de su custodia hasta la instalación del fondo bibliográfico en la Biblioteca Regional de Madrid.

La exposición “Salinas recuperado: una pasión sublime” abre sus puertas 60 años después del fallecimiento del autor madrileño, una condición que universalizaría con su carácter profundamente castizo.

Así, el inestimable legado que se expone representa la época de plenitud del poeta, y presenta las siguientes unidades museísticas dispuestas en un espacio conformado por la forma del signo de infinito:

Pedro Salinas creador

La primera, sección, abarca tanto su producción literaria, que ocupa un lugar central, como sus traducciones (de Proust o Musset), versiones (del Poema del Mío Cid o de Supervielle) y obra crítica (edición anotada de las obras completas de san Juan de la Cruz o de las poesías de Menéndez Valdés); se trata de una producción que abarca sus dos primeras etapas creativas:

• la que comprende sus tres primeros poemarios (Presagios, Seguro Azar, Fábula y Signo, de cuyas obras se exponen las primeras ediciones pertenecientes al legado y publicadas en 1923, 1929 y 1931, sin olvidar otras obras como Víspera del gozo (1926), publicada por la Revista de Occidente o Amor en vilo (1933)), en evolución de un previo modernismo quizá epigonal (del que se presentan muestras publicadas en revistas y antologías), en la incorporación de lo hallazgos de las nuevas estéticas de vanguardia sin renunciar a la tradición o, dicho con mayor precisión, la tradición de la vanguardia y el vanguardismo de la tradición, lo que le convierte en miembro de pleno derecho de la celebérrima generación del 27
• y la etapa que comprende su obra más conocida: la trilogía poética amorosa conformada por La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento, cuyas primeras ediciones -de 1933 y 1936- también se exponen, a excepción de Largo lamento, que vio la luz en una época posterior al exilio saliniano y que, por tanto, presenta serias dudas en cuanto a la consideración de pertenencia al legado.

Esta vitrina central dibujará un óvalo cerrado que permitirá el acceso, mediante una puerta habilitada a tal efecto, a una sala de audio en la que se reproducirá el recitado de los poemas del autor en su propia voz..

Alrededor de este cuerpo central, otro mayor contendrá tanto su labor como traductor y versionador como la de crítico y, junto a las traducciones, se incluirán las monografías en la lengua original que utilizó el autor. Asimismo, en esta unidad se incluirán las versiones y la obra crítica, relacionada con el estudio de diferentes obras literarias, movimientos estéticos y autores.

Constelaciones del 27​

El otro gran cuerpo circular de la exposición incluirá en su parte central la constelación de la obra de los diferentes miembros de la generación del 27, casi en su totalidad con dedicaciones autógrafas en una nómina de autores y de autoras de primer orden (las inexplicables ausencias como las de Alberti, Lorca o Aleixandre solo se comprenden por la indefensión de una biblioteca por la que pudieron pasar muchas manos en los distintos lugares en los que estuvo instalada: una casa sin control de acceso, un instituto que ofrecía el fondo a profesores y alumnos).

• A su vez, este cuerpo central también permitirá el acceso a una sala interior en la que se proyectará material audiovisual del autor y de una generación instalada ya de lleno en la modernidad.

  La forma mayor que contendrá esta unidad expositiva, para dibujar el signo del infinito con el discurrir mismo de las paredes (presentarán un póster fotografiado de una biblioteca “infinita” y diferente cartelería, así como objetos de interés para el curioso: fotografías, manuscritos, correspondencia, mapas del Madrid de aquel momento u objetos expositivos relevantes)

Salinas lector

Se muestran los libros de la Biblioteca de Salinas que sabemos a ciencia cierta que pertenecieron a ella por los documentos de incautación y que incluirá las obras clásicas y modernas (perfecta simbiosis de los escritores del 27), entre las cuales no podrían faltar autores de la Antigüedad clásica, conspicuos poetas áureos y autores modernos españoles, en la órbita de la joven literatura, hispanoamericanos vinculados en un momento u otro a los movimientos vanguardistas y, en general, autores -en lenguas extranjeras- de resonancia universal.

Sin duda, esta última muestra da buena cuenta del carácter cosmopolita de esta generación de escritores y artistas, así como el del creador apasionado que -inevitablemente- es también un impenitente lector, y no un ‘leedor’, en sus propias palabras, que señalaban como auténtico lector al que se acercaba a la lectura por placer y no por necesidades utilitarias inmediatas (leedores).

Esta sublimidad, desbordada y desbordante, se convierte en epítome y plétora de una producción poética (si no exclusiva, sí la más celebrada) que encuentra su demiurgo en el transcendentalismo que no renuncia a lo cotidiano (con lo que al unanimismo atañe), la persecución denodada del envés (esa poesía gnoseológica de lo oculto, que indaga “tras” y “detrás”, vehículos poéticos permanentes del misterio ilimitado), la fusión del

intelectualismo y la sensualidad (nuestra “corporeidad mortal y rosa / donde el amor inventa su infinito”), la consunción de los límites entre lo real y lo imaginado (en un profundo desafío en la interpretación de la realidad, y en su comprensión holística, poliédrica), y la dilución de las fronteras entre las fuentes clásicas y las modernas en un torrente sustantivo cuya creación poética genera referentes diferidos permanentemente para imbuirnos de una mise en abyme enraizada en los tiernos abismos de lo sublime.

Y es que las bibliotecas personales, conviene recordarlo, no dejan de ser autorretratos fidedignos de su propietario, con las contradanzas y paradojas que ello supone, sin olvidar su canto a lo infinito, en el que todo el decir y todo el acontecer son posibles.

Por otra parte, nos reconcilia con la nostalgia cultural de entrega absoluta a los libros, acuciada por la actualidad de un mundo digital acomodado en el pragmatismo y en la vertiginosidad acelerada. Pero, sobre todo, el legado de Pedro Salinas Serrano ilustra el combustible del Salinas escritor.