Se trata de enfermedades con una tasa potencial de morbilidad y mortalidad elevadas, que afectan en muchas ocasiones a pacientes jóvenes, y que requieren para su control el empleo de terapias inmunosupresoras, inmunomoduladoras y/o fármacos biológicos con actividad frente a dianas específicas. A todo ello hay que sumar el riesgo de toxicidad por los fármacos empleados, así como un aumento del riesgo cardiovascular y de infecciones derivadas tanto de las terapias como del sustrato inflamatorio de la propia patología.
Por ello, este tipo de patologías se benefician de un seguimiento específico por su alta complejidad, enmarcándose en un área de conocimiento en crecimiento y muy cambiante que exige un grado de actualización constante. El objetivo es poder brindar una atención clínica de calidad y ajustada siempre a las últimas evidencias científicas, desde la visión integradora y global de la Medicina Interna.